Iba a suceder, más tarde que temprano, que la novedad de viajar hasta el centro en tren se volvería monótona, aburrida.
Las raras, exóticas o cómicas experiencias no se suceden todos los días.
Rescato ya pocas cosas, como la no sonrisa de Francísco De Narváez, publicitando un mapa de la inseguridad pegado al anuncio del recital de Peter Murphy. Lo político y lo gótico, mezclados en una lamentable estación del Sarmiento.
Ya casi me acostumbré a la salvaje actuación de cada uno de los usurios, que no nacieron salvajes, sino que la pésima administración y servicio de este transporte público los transformó en animales, matarse a empujones para entrar a un sucio vagón sin importar quien esté adelante.
Hay pocas anécdotas, nunca ninguna, pero yo ya no las rescato.
lunes, febrero 23, 2009
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